viernes, 6 de junio de 2014

¿Qué es el hambre y la pobreza?

Según el Banco Mundial “la pobreza es hambre; es carencia de protección, es estar enfermo y no tener con que ir al médico, es no poder asistir a la escuela, no tener trabajo, es tener miedo al futuro, es impotencia, es carecer de representación y libertad, es falta de desarrollo de destreza, es vulnerabilidad a los cambios bruscos”. 

La pobreza es tan antigua como el género humano, es el polo opuesto de la riqueza. A lo largo de la historia, la confrontación de intereses entre pobres y ricos ha provocado toda  clase de acontecimientos y guerras, las cuales, no han logrado modificar sustancialmente la situación de desigualdad en la que vive la mayor parte de la población mundial.
Económicamente los pobres están privados no sólo de ingresos y recursos suficientes para cubrir el costo de una canasta de consumo básico, sino también de oportunidades. Los Mercados  y los empleos a menudo son de difícil acceso debido a las bajas capacidades y a la exclusión social.

La poca educación y preparación técnica y la imposibilidad de acceder a información que podría contribuir a mejorar la calidad de vida y de realizar su potencial físico y mental es lo que predomina.

La pobreza debe concebirse como la privación de capacidades básicas o de las libertades fundamentales de que debe disfrutar el individuo para obtener el ingreso de cierta cantidad de bienes que le permita vivir dignamente.

Pese a los avances indiscutibles en el campo de la ciencia y la tecnología y el mejoramiento de las condiciones para la educación de los pueblos, en los últimos tiempos, más que en todo el resto de la historia de la humanidad, la situación de miseria persiste, y la brecha que supera a la mayoría de los países pobres de un puñado de potencias, tecnológicamente más desarrollados tiende a aumentar.

Se estima  que en la actualidad por lo menos 1,200 millones sobreviven en la miseria, con ingresos que no superan un dólar diario, y se prevee que esta cifra aumentará. Si miramos el mapa económico del mundo, aun asumiendo metodologías conservadoras, la mayor parte de la producción, el consumo, y los avances tecnológicos se concentra en grupos de países que no representan ni el 20% de la población total de las naciones del planeta.

Esta desigualdad ha motivado movimientos masivos de personas a través de la frontera de una nación a otra,  además, se han formados bloques económicos que mueven bienes y capitales.
Ante este proceso apabullante, surge la llamada Globalización que no es más que el argumento Neo-Liberal que trata de justificar la inevitalidad de someter el desarrollo de los países a los dictados del mercado, bajo el supuesto de la igualdad de oportunidad para todos.

Es en este marco que se ha intensificado el proceso de apertura de los países pobres, como condición para la supuesta  inserción competitiva en los mercados internacionales.  No obstante, la realidad dista mucho del planteamiento técnico, pues en la práctica, Globalización no significa homogenización de las economías, sino más bien profundización de la brecha económica y tecnológica entre los países más desarrollados y el resto de las naciones del planeta.

En este sentido, el concepto de Globalización viene a ser como el pretexto para ampliar el dominio del capital transaccional sobre las economías menos avanzadas, a través de los flujos de capital de préstamos y de inversiones directas en esos países menos desarrollados.


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